La Ivermectina vuelve al centro de escena para combatir el covid-19

Una droga antiviral lanzada por Pfizer es sugestivamente similar al desparacitario que Corrientes probó con personal de salud y seguridad.



Esta semana el laboratorio farmacéutico Pfizer develó el secreto de su nueva droga antiviral: es sugestivamente similar a la ivermectina.

La empresa, una de las grandes líderes mundiales, había sido la primera en llegar con la vacuna anti Covid 19, generando un enorme alivio a nivel global. Enseguida fueron arribando otras vacunas basadas en diferentes tecnologías. Todas aprobadas aceleradamente por los organismos de control. Algunas medio flojas de papeles, como la famosa Sputnik que primereó entre nosotros mientras se desechaba la de Pfizer, cuando la Argentina había sido partícipe del desarrollo con cientos de voluntarios inoculados tempranamente.

Pero cuando todo era incertidumbre, y la pandemia se extendía por el mundo como reguero de pólvora aquí nos encuarentenamos de modo militante, llegó desde Australia una noticia: la Universidad de Melbourne había hecho ensayos in vitro para investigar el efecto de distintas drogas como inhibidoras de la reproducción viral. Entre ellas estaba la ivermectina.

La ivermectina había revolucionado la lucha contra los parásitos en la producción ganadera. Llegó a principios de los '80 y arrasó con todo lo existente. Tanto por su efectividad como por la sencillez de aplicación: una inyección de unos pocos milímetros cúbicos, en lugar del tedioso proceso de las tomas de antiparasitarios orales.


Sabía que aquí había grupos de investigación que habían acumulado una enorme experiencia en el manejo de la droga. En particular, el Centro de Investigación Veterinaria de Tandil (CIVETAN). Llamé enseguida a su director, el médico veterinario Carlos Lanusse, quien por supuesto estaba al tanto de la noticia de Melbourne. Me contó que ya había antecedentes del efecto antiviral de la ivermectina, y que algunos médicos dedicados a enfermedades generalmente desatendidas, en países pobres, la utilizaron con frecuencia aún cuando se carecía de aval científico.

Contamos esto en un par de notas en los primeros días de abril del 2020. Faltaba un año para que llegara alguna vacuna. Lanusse se puso a trabajar en un protocolo de investigación para determinar en primer término cuál era la dosis necesaria para contener al coronavirus, y si el organismo humano la toleraría. Investigador del Conicet, con su equipo se vinculó con otros organismos e instituciones y se iniciaron los ensayos. La cosa iba a llevar tiempo, pero un camino de mil millas se inicia con un primer paso.

El resultado de estas primeras notas, publicadas en las páginas de Clarín Rural y en esta columna, más la entrevista que hicimos con Ana Fernández Mouján a Carlos Lanusse en “El campo, la Industria Verde”, tuvieron amplia repercusión en el medio rural. Estas notas generaron una reacción de incredulidad en la comunidad científica, pero la noticia corrió rápido y muchos comenzaron a usarla, aún sabiendo que la información era precaria. Incluso los grandes laboratorios, entre ellos Pfizer, salieron al cruce de la noticia. Todo estaba puesto en la vacuna.

La ivermectina estaba ya aprobada para uso humano como desparasitante, en bajas dosis. Así que fui a la farmacia y compré algunas cajitas. Por las dudas…El farmacéutico me dijo que se le estaba acabando, que había una enorme demanda.


Bueno, corto camino. Resulta que la nueva droga de Pfizer es sugestivamente similar a la ivermectina, en cuanto al mecanismo de inhibición de la reproducción del virus. Mis allegados y yo la utilizamos con frecuencia, en particular cuando comenzó a abrirse el corralito y empezamos a movernos afuera del bunker que era nuestra casa. Así hacían todos nuestros amigos, en particular los de mayor edad. Era un tema de conversación permanente, y la evidencia empírica era que no tenía ningún efecto secundario. Me enteré que varios grupos de riesgo, en particular quienes estaban en el frente de combate contra la pandemia en distintos centros de salud, habían adoptado la ivermectina como parte de la barrera contra el virus.

La ivermectina era y es abundante y barata. La gran noticia que nos está dando Pfizer es que la cosa iba por ahí. Estoy contento por varias cosas. En primer lugar, porque tenemos acorralado al Covid, entre las vacunas y los antivirales. En segundo lugar, porque nuestro país, nuevamente en la ciencia biológica, demuestra su enorme poder de fuego. Tercero, porque no traicionamos a nuestros lectores y conciudadanos cuando les contamos esto, tempranamente. Es una linda sensación dar en el blanco.

Pero queda el regusto amargo de las vidas que se podrían haber salvado si la comunidad científica hubiera considerado con más profundidad que la ivermectina era una esperanza. Y actuar en consecuencia. En tiempo y forma.

Con información de Clarín

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