Reconstituyen un partido provincial

El partido provincial Frente para el Cambio realizó las actuaciones correspondientes y necesarias para su reconstitución, confirmaron su presidenta y apoderada, Mónica Alicia Colunga.

Certificado por escribana pública, se designó como líder de la fuerza política al filósofo Francisco Tomás González Cabañas.

Alegan derechos constitucionales que preservan valores democráticos esenciales y sostienen que la singularidad de la recomposición del ahora Frente para un Gran Cambio (FGC), aportará la consideración teórica de dar prioridad a combatir la pobreza a los efectos de reducirla o mitigarla.

El distrito Corrientes se constituiría en el primero en contar con una fuerza política que tenga como finalidad prioritaria el combate contra la indignidad de lo pobre, no desde la demagogia declamativa, sino desde la recomposición teórica, dado que el partido se constituye como el brazo político de las líneas de investigación desarrolladas por la escuela correntina de pensamiento en el campo de la filosofía política.

“En términos pragmáticos, el partido político, es el ámbito natural en donde surgen los candidatos, llamados por ello precandidatos, el paso previo, la instancia, anterior y obligada en donde los que después pretenden seducir a la ciudadanía, deben presentar sus credenciales mínimas, básicas y esenciales. El partido político opera, como alter ego del candidato, luego consagrado funcionario y gobernante, dado que es el sitio en donde naturalmente, debe, al final del día, dar cuenta de sus actos, haciéndose cargo de sus acciones como de sus omisiones. El terreno de lo público, mediatizado por lo mediático y a lo que podrá más luego, penalizar la justicia, no es sino la instancia institucional, más no así la política. Esta diatriba es donde laberínticamente se encuentran nuestras democracias occidentales. Al haberse reducido lo partidocrático, al haberse evaporado su razón de ser, su ética como su estética, se suplió esta funcionalidad, fundamental e indispensable, por la pública institucionalizada. Como el gobernante o funcionario, ya no da razones a sus partidarios, a su partido, sino que lo hace a una ciudadanía, desinteresada, mediante los medios que paga con fondos públicos, litiga contra el otro poder, el judicial, del que forma o conforma, casi siempre desde las sombras. El partido, al haberse minimizado a un rol simbólico, a una presencia fantasmagórica, a un cumplimiento liminar de lo normativo, no hace más que manifestarse en su estado febril, que nos anoticia de la enfermedad del cuerpo democrático”, agregan desde el espacio.

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