Intendentes aseguran que los saqueos no son por necesidad

Las últimas 48 horas fueron de absoluta preocupación para el oficialismo. Los saqueos o intentos de saqueos que hubo en un puñado de localidades del conurbano bonaerense y algunos lugares del interior del país pusieron en alerta al Gobierno. Con el correr de las horas las imágenes y los videos que se multiplicaron en las redes sociales dieron cuenta de que no se trataba de hechos aislados. Fue un encadenamiento de asaltos violentos y en manada.

Los saqueos irrumpieron en la segunda fase de la campaña electoral de una forma extraña. Así lo entienden en Unión por la Patria, donde están convencidos que fueron diagramados con el fin de generar un clima de inestabilidad social. Con la idea específica de enrarecer el clima en medio de una situación económica compleja, por el aumento marcado de la inflación, que está atravesada por el proceso electoral.

“Hubo una coordinación. No fue efecto contagio. El clima social no está dado para que haya saqueos. Parece claro que hubo una acción deliberada”, reflexionó un importante funcionario nacional que está en permanente contacto con Sergio Massa, que por estas horas cumple su rol de ministro de Economía en jornada completa, pero que sigue de cerca los pormenores de la situación.

En las últimas horas Massa estuvo en contacto con el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, y el ministro de Seguridad, Sergio Berni, quienes, a la distancia, lo mantuvieron informado sobre cómo se intentaba apagar los focos de violencia en distintos sectores del conurbano. En su mayoría, intentos de saqueos que se generaron el martes entre las 18 y las 21 por grupos de personas convocadas por las redes sociales.

Lo que nadie se anima a plantear con argumentos y pruebas es que Javier Milei y Patricia Bullrich están detrás de la generación de ese clima y la incentivación de saqueos. Por eso no cayeron bien las palabras de la Portavoz, Gabriela Cerruti, quien aseguró que “el clima en las redes sociales lo fueron generando las cuentas ligadas a La Libertad Avanza y a grupos de Bullrich, sobre algo que querían que sucedieran”.

En el peronismo entienden que algunos de los dos candidatos, o ambos, pueden estar detrás pero que no hay forma de comprobarlo. Por lo tanto, no tiene sentido apuntar con ellos y señalarlos como responsables. “No tengo pruebas pero no tengo dudas”, aseguró un influyente funcionario de la provincia de Buenos Aires sobre la participación de un sector de la política en los saqueos. Sin embargo, nadie da nombres y apellidos. Nadie puede denunciar porque no tiene pruebas para hacerlo.

Prudencia. Esa es la palabra que más repiten en distintos municipios del conurbano. Hay que tener prudencia para tratar el tema y para trabajar en la contención de la escalada de violencia. Una vez que se logró cortar el efecto contagio, con detenciones y medidas preventivas, lo que se debe hacer es ordenar el discurso político que quedará, aunque no quieran, enmarcado por la campaña.

Otro funcionario, pero de la estructura nacional, aseguró que lo que dejaron los saqueos es “la importancia del Estado presente”, en referencia al trabajo del ministerio de Seguridad bonaerense que tuvo como resultado cerca de 100 personas detenidas como consecuencia de los actos vandálicos.

Es una definición contextualizada por la campaña. Apunta, sin nombrarlo, a Javier Milei, que propone una reducción brusca de la estructura del Estado. Aunque no lo digan explícitamente, en el oficialismo están convencidos que los saqueos tienen una pata política que, hasta hora, ningún organismo de control del Estado pudo descubrir.

Los intendentes reconocen que la situación económica “está complicada”, pero que el clima social no estaba dado para que haya un estallido de violencia que termine con una serie de saqueos. Además, muchos de ellos recuerdan las imágenes del 2001 y sostienen que hay muchas diferencias con aquellos días. Principalmente en los productos que se roban de los supermercados.

“No roban alimentos. No se está robando por hambre”, coincidieron dos intendentes importantes del conurbano, que además señalan que las personas que ingresan son “mayoritariamente hombres jóvenes” y que no se ven familias. Idas y vueltas en el tiempo con las que intentan encontrar explicaciones a los hechos violentos de las últimas horas.

Desde la gobernación bonaerense se comunicaron con representantes de la Iglesia Católica, la iglesia evangélica y los movimientos sociales, sectores que están muy presentes en los barrios más humildes del Gran Buenos Aires. Desde ninguno de esos sectores le transmitieron que hubiese focos de conflictos que anticiparan intentos de saqueos.

En el oficialismo creen que el objetivo de los saqueos es generar temor y provocar la sensación de que hay un clima de inestabilidad vinculado a la situación económica. Y que esa situación se está provocando en medio de la campaña electoral con el fin de dañar al Gobierno y sembrar la idea de que el peronismo no puede abordar el conflicto.

Las autoridades nacionales y bonaerenses siguen de cerca la situación para evitar un desmadre. Kicillof reforzó la presencia de la policía de la provincia en distintos municipios y bajó un mensaje de alerta a los intendentes para que estén atentos a los focos de conflictos. No quiere que los hechos vandálicos se conviertan en una ola que termine enrareciendo el día a día de los ciudadanos.

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