Irán-Israel: Camino a la Tercera Guerra Mundial

El conflicto armado en Medio Oriente ingresa a un tercer momento y está rebasando los márgenes de un conflicto regional. El fin de la Proxy War

Medio Oriente vive un tiempo turbulento. Entre el viernes 12 y el sábado 13 de abril, la República Islámica de Irán concretó sus anuncios y, finalmente, atacó de manera directa al Estado de Israel. Una amplia operación militar de misiles y drones puso a prueba las defensas antiaéreas israelitas, el “Domo de Hierro”, conocido mundialmente por sus enormes capacidades tecnológicas. Esa fue la respuesta de las fuerzas iraníes al ataque israelí contra el anexo consular de la Embajada de Irán en la Ciudad de Damasco, República Árabe de Siria el pasado 1 de abril.

En ese ataque a plena luz del día, con misiles disparados desde aviones F-35 de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) al edificio diplomático iraní, ubicado en el lujoso distrito de Mezzeh de la capital siria, murieron siete miembros del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), entre ellos Mohammed Reza Zahedi, un militar de enorme experiencia y que actuaba como Jefe de las Fuerzas Quds -división especializada en guerra asimétrica e inteligencia militar- en Líbano.

A partir de allí, y desde nuestro análisis, podemos caracterizar que el conflicto armado en Medio Oriente ingresa a un nuevo momento, a saber:

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Primer momento: Desde la acción unitaria de la resistencia palestina del 7 de octubre de 2023, comandada por Hamas y autodefinida como “Tormenta de Al-Aqsa”, y la respuesta desproporcionada y sobre población civil de las fuerzas sionistas, sobre la que pesa una denuncia sobre genocidio en la Corte Internacional de Justicia realizada por Sudáfrica con el apoyo de más de 50 países.

Segundo momento: Desde el ataque militar del Movimiento Ansarolá (Hutíes) de Yemen al buque carguero Galaxy Leader el 19 de noviembre pasado, que inició un bloqueo sobre el Mar Rojo en el estrecho de Mandeb en defensa de Palestina, que redujo drásticamente el comercio internacional por el Canal de Suez, y señaló la extensión regional del Conflicto.

Tercer momento: El ataque de Tel Aviv sobre la sede consular iraní en Damasco, y la respuesta de Teherán con la operación aérea de drones y misiles, ampliando el conflicto a un nivel de fuerzas inter-estatales. Esto subsume el enfrentamiento directo entre el Estado de Israel y los denominados actores proxy de Irán: Hamas y el conjunto de la resistencia palestina, los Hutíes de Yemen, y Hezbolá de Líbano.

El fin de la Proxy War
El anglicismo de Proxy War, vinculada a la noción de guerra híbrida, con la que Israel terminó justificando el ataque a la embajada iraní en Damasco enmascara la complejidad del creciente conflicto en Medio Oriente. Tal concepto oculta la autonomía política, la independencia de objetivos, la cultura organizacional y la historia de cada actor interviniente.

De hecho, algunos analistas sostienen que las autoridades iraníes nunca conocieron la Operación “Tormenta de Al-Aqsa” de Hamas y la resistencia palestina. En su lectura proxy, Tel Aviv avanzó con un ataque del que no supo o no quiso medir sus consecuencias.

Quizás la confianza belicista le jugó una mala pasada, dado que el ataque sobre el edificio diplomático iraní fue el trigésimo ataque israelita en territorio sirio desde el pasado 7 de octubre. Rápidamente, la muerte del General Mohammed Reza Zahedi -y otros altos mandos militares iraníes- fue señalado como el mayor de su tipo desde que el entonces presidente estadounidense Donald Trump ordenara el asesinato de Qassem Soleimani, el prestigioso jefe de las Fuerzas Quds del CGRI en Bagdad en 2020, que había desatado una enorme movilización popular en Teherán.

El ataque sobre el edificio de la representación iraní en Siria profundizó el malestar diplomático internacional con el Gobierno de Netanyahu. Cinco días antes, el 25 de marzo, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó por primera vez, tras la abstención estadounidense, una Resolución que exige un alto al fuego inmediato de Israel en Gaza, la liberación inmediata e incondicional de los rehenes, y la necesidad de ampliar la ayuda humanitaria en los territorios palestinos.

Numerosos analistas sostienen que la dialéctica resultante del ataque israelita, “obligó” a Irán a responder, particularmente por el juego de intereses hacia el interior del Estado iraní, y por cómo se estructura el denominado “Eje de la resistencia” islámica al brutal accionar del Gobierno de Netanyahu en Palestina. Por el lado de Tel Aviv, el mensaje era abiertamente belicista.

Según información proporcionada por la BBC, Reza Zahedi era “el principal interlocutor entre Israel y Hezbolá, la organización político-militar libanesa” (BBC, 1/04/2024). Desde Sun Tzu para acá, “matar al mensajero” no es una acción militar tendiente a desescalar los conflictos. Más bien, todo lo contrario.

El ataque a Damasco, obliga también al juego de otros actores, como Ankara y Moscú.

Este último es un sólido aliado del gobierno sirio de Bashar Al-Assad, desde que la presencia militar de Rusia fue determinante, tanto para la negociación de los distintos actores intervinientes en el conflicto -particularmente con los presidentes Donald Trump y Racyp Erdogan, y con la insurgencia kurda-, como para derrotar militarmente a ISIS en Alepo, la ciudad más poblada de Siria, en diciembre de 2016.

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