Masiva Despedida

La Presidente Dina Boluarte presidió la ceremonia

En la despedida, Keiko, hija del exmandatario, denunció que su padre sufrió “16 años de prisión injusta con una sentencia sin prueba alguna”

 La presidenta peruana, Dina Boluarte, despidió este sábado con los máximos honores en el patio del palacio de gobierno al fallecido expresidente peruano Alberto Fujimori, quien en vida fue condenado por 25 asesinatos y luego indultado.

Boluarte observó el ingreso del ataúd con los restos de Fujimori cubierto por una bandera peruana y cargado por seis hombres de raza negra vestidos con elegantes esmóquines negros y guantes blancos -una antigua y polémica costumbre limeña en los funerales de la élite desde los tiempos de la esclavitud.

Poco antes numerosos simpatizantes estuvieron presentes en un responso católico en el principal teatro de Perú al que asistieron sentados en las butacas sus hijos, familiares, políticos, empresarios y, parados en las afueras, más de 2000 simpatizantes.

El sacerdote Luis Gaspar, quien le administró los santos óleos antes de que muriera el miércoles, a los 86 años, dijo “hagan a los demás lo que quieran que le hagan a ustedes... tarde o temprano la hermana muerte nos va a tocar la puerta y tendremos que encontrarnos ante la presencia de Dios y dar cuenta de nuestras vidas”.

Su hija mayor, Keiko Fujimori, de 49 años y quien fue primera dama de su gobierno entre 1990-2000 luego del divorcio con su esposa Susana Higuchi, dijo “finalmente papito eres libre del odio y la venganza de esas personas que no te perdonaron que nos rescataras del hambre y del terror, eres libre de esos 16 años de prisión injusta con una sentencia sin prueba alguna”.

Su hijo menor, Kenji, de 44 años y condenado por corrupción, recordó que pese a sus obligaciones como presidente le preparaba a sus hijos las tres comidas del día. Su nieta Kyara, hija de Keiko, dijo que le llevaba problemas de matemáticas a la cárcel para resolverlo juntos. La tercera hija de Fujimori, Sachi, no habló en el homenaje. Nadie mencionó a la madre, Susana Higuchi, muerta en 2021, ni a Hiro, el segundo hijo de Fujimori, quien vive en Japón y no fue visto en Perú, sin saberse oficialmente los motivos.

Al final de la ceremonia, Keiko agradeció al expresidente Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018), quien la noche de Navidad de 2017 le otorgó un indulto por razones de salud, revocado un año después por la justicia, por lo que Fujimori tuvo que retornar a prisión. También agradeció a la presidenta Boluarte, quien lo liberó luego que el Tribunal Constitucional revivió en diciembre el indulto de Kuczynski.

Fujimori jamás se arrepintió de sus condenas y tampoco pagó los 15 millones de dólares de reparación civil que le impuso la justicia. Fue sentenciado en 2009 a 25 años de prisión por ser el autor intelectual de 25 asesinatos, incluido un niño, ejecutados por un grupo de militares protegidos por Fujimori que asesinaban extrajudicialmente a presuntos miembros del grupo terrorista Sendero Luminoso.

La justicia ha calculado que el grupo militar clandestino mató más de 50 civiles durante el gobierno de Fujimori (1990-2000), incluyendo a una de sus agentes a quien descuartizaron y decapitaron por sospechar que filtraba datos a la prensa. También mataron a un periodista opositor a quien obligaron a cavar su tumba, lo torturaron y le dispararon un tiro en la cabeza con un fusil.

El expresidente tuvo otras tres condenas adicionales por corrupción, entre ellas usar 15 millones de dólares del tesoro público para dárselos a su exjefe de espías, Vladimiro Montesinos, por pagar a congresistas de oposición y a una televisora para que apoyen su gobierno, así como por espiar telefónicamente a diversos periodistas críticos con su gestión.

Simpatizantes y opositores

Pero muchos peruanos aún veneran a Fujimori por haber sacado al país de una grave crisis económica en la década de 1990 y por la derrota de Sendero Luminoso.

“Por él, gracias, se acabó el terrorismo”, dijo Felicita Ruiz, quien llegó desde la región andina de Ayacucho, cuna del maoísta Sendero Luminoso, para rendir homenaje al expresidente.

El conflicto con el grupo rebelde dejó 69.000 civiles y militares muertos o desaparecidos, según una Comisión de la Verdad. La sombra de ese conflicto sigue ensombreciendo a Perú hasta el día de hoy.

Pero mientras miles de personas como Ruiz hacían fila para despedir como héroe al hijo de inmigrantes japoneses en Perú, portando fotos y estatuillas del exlíder que se ganó el apodo de “Chino”, otros protestaban contra él y criticaban su historial de derechos humanos.

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