La esclerosis múltiple podría detectarse en la sangre años antes

Un nuevo estudio de la Universidad de California en San Francisco reveló una abundancia de autoanticuerpos previos al diagnóstico en pacientes con EM. El descubrimiento ofrece esperanzas de lograr un diagnóstico más temprano

La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad neurodegenerativa, que tiene origen inmunológico y puede provocar discapacidad. En una nota reciente en Infobae, el doctor Guido Vázquez, médico neurólogo (MN 154081 - MP 65149) del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro – INECO, explicó que esta patología “provoca la pérdida de diferentes funciones neurológicas debido a los procesos inflamatorios que se producen al comienzo de la enfermedad”.

“Como consecuencia de ello, las personas afectadas podrían sufrir síntomas tales como: pérdida de visión, alteraciones de la sensibilidad, problemas cognitivos, de marcha, de coordinación y de fuerza. Estos eventos se conocen como recaídas o brotes, y son la forma más frecuente de manifestación clínica de esta patología”, señaló el experto

Ante esta realidad, un reciente estudio, efectuado por científicos de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), advirtió la presencia de un biomarcador que podría acelerar el diagnóstico y tratamiento de pacientes con esta enfermedad neurodegenerativa. Según indicaron, identificaron un precursor en la sangre de algunas personas que luego desarrollaron la enfermedad.

En aproximadamente 1 de cada 10 casos de EM, el cuerpo comienza a producir un conjunto característico de anticuerpos contra sus propias proteínas años antes de que aparezcan los síntomas de la enfermedad.

Estos autoanticuerpos parecen unirse tanto a células humanas como a patógenos comunes, lo que posiblemente explique los ataques inmunológicos al cerebro y la médula espinal, que son el sello distintivo de la EM.

Los investigadores esperan que algún día los autoanticuerpos que descubrieron se detecten con un simple análisis de sangre, lo que dará a los pacientes una ventaja a la hora de recibir tratamiento.

“En las últimas décadas, ha habido un movimiento en el campo para tratar la EM antes y de manera más agresiva, con terapias más nuevas y potentes”, dijo el neurólogo de la UCSF doctor Michael Wilson, autor principal del artículo. “Un resultado de diagnóstico como este hace que esa intervención temprana sea más probable, dando a los pacientes la esperanza de una vida mejor”, agregó.

Se cree que las enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple se deben, en parte, a reacciones inmunitarias poco frecuentes a infecciones comunes. En 2014, Wilson unió fuerzas con Joe DeRisi, presidente del Chan Zuckerberg Biohub SF y autor principal del artículo, para desarrollar mejores herramientas para desenmascarar a los culpables de las enfermedades autoinmunes.

De acuerdo a lo expresado por Vázquez, existen diversas opciones terapéuticas para tratar esta enfermedad, con el objetivo de reducir la actividad inflamatoria. “Sin embargo, en algunas ocasiones, tenemos dificultades para controlar formas severas de presentación o contamos con pocas alternativas terapéuticas para las formas progresivas de inicio”. Este avance podría convertirse, entonces, en un punto de inflexión.

Una nueva técnica
Los investigadores tomaron una técnica en la que los virus se diseñan para mostrar trozos de proteínas como banderas en su superficie, denominada secuenciación por inmunoprecipitación con visualización de fagos (PhIP-Seq), y la optimizaron para detectar autoanticuerpos en la sangre humana. PhIP-Seq detecta autoanticuerpos contra más de 10.000 proteínas humanas, suficientes para investigar casi cualquier enfermedad autoinmune. En 2019, lo utilizaron con éxito para descubrir una enfermedad autoinmune rara que parecía surgir de un cáncer testicular.

La EM afecta a más de 900.000 personas en Estados Unidos. Sus primeros síntomas, como mareos, espasmos y fatiga, pueden parecerse a los de otras afecciones, y el diagnóstico requiere un análisis cuidadoso de las resonancias magnéticas del cerebro. Los científicos pensaron que el sistema de visualización de fagos podría revelar los autoanticuerpos detrás de los ataques inmunológicos de la EM y crear nuevas oportunidades para comprender y tratar la enfermedad.

El grupo analizó la sangre de 250 pacientes con EM recolectada después de su diagnóstico, además de muestras tomadas cinco o más años antes, cuando se unieron al ejército. Los investigadores también observaron muestras de sangre comparables de 250 veteranos sanos.

Entre la gran cantidad de sujetos y el momento de antes y después de las muestras, fue “una cohorte fenomenal de individuos a la que observar para ver cómo se desarrolla este tipo de autoinmunidad en el transcurso del inicio clínico de esta enfermedad”, dijo Zamecnik, uno de los coautores del estudio.

Anticuerpos antes del diagnóstico
Utilizando sólo una milésima de mililitro de sangre de cada punto temporal, los científicos pensaron que observarían un aumento de los autoanticuerpos cuando aparecieran los primeros síntomas de la EM. Sin embargo, descubrieron que el 10% de los pacientes de EM presentaba una sorprendente abundancia de autoanticuerpos años antes del diagnóstico. Esta docena de autoanticuerpos seguía un patrón químico similar al de los virus comunes, como el virus de Epstein-Barr (VEB), que infecta a más del 85 por ciento de la población y que, sin embargo, ha sido señalado en estudios anteriores como una de las causas de la EM.

Años antes del diagnóstico, este subconjunto de pacientes con EM presentaba otros signos de guerra inmunológica en el cerebro. El doctor Ahmed Abdelhak, coautor del artículo e investigador postdoctoral en el laboratorio del doctor Ari Green en la UCSF, descubrió que los pacientes con estos autoanticuerpos presentaban niveles elevados de neurofilamentos ligeros (Nfl), una proteína que se libera cuando las neuronas se descomponen.

Las conclusiones
Tal vez, especularon los investigadores, el sistema inmunitario estaba confundiendo proteínas humanas amistosas con algún enemigo vírico, lo que conducía a toda una vida de EM.

“Cuando analizamos a personas sanas con nuestra tecnología, cada persona parece única, con su propia huella dactilar de experiencia inmunológica, como un copo de nieve”, ha aseverado el autor principal del artículo. Es cuando la firma inmunológica de una persona se parece a la de otra y dejan de parecerse a un copo de nieve cuando empezamos a sospechar que algo va mal, y eso es lo que encontramos en estos pacientes con EM”, ha indicado DeRisi.

Para confirmar sus hallazgos, el equipo analizó muestras de sangre de pacientes del estudio ORIGINS de la UCSF. Todos estos pacientes presentaban síntomas neurológicos y a muchos de ellos, aunque no a todos, se les diagnosticó EM.

   0 Una vez más, el 10% de los pacientes del estudio diagnosticados de EM presentaban el mismo patrón de autoanticuerpos. El patrón era 100% predictivo de un diagnóstico de EM.

Tanto en el grupo del Departamento de Defensa como en el grupo ‘ORIGINS’, todos los pacientes con este patrón de autoanticuerpos tenían EM.

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